En las infecciones hay un deseo del microorganismo de invasión hacia nuestro cuerpo y por el contrario una necesidad de mantener nuestra integridad a toda costa por nuestra parte. La enfermedad infecciosa va a depender por una parte del germen y por otra de nuestro cuerpo. Poniendo un símil, sería como cuando plantamos una semilla en un campo, depende de la semilla pero también del terreno.
La acupuntura va a preparar el “terreno”, nuestro cuerpo, para ponerle toda la dificultad posible al agente invasor. Cuanto más equilibrado esté nuestro organismo menos probabilidad tendrá el agente agresor. No se trata de estimular las defensas, se trata de regularlas y en este caso la acupuntura dispone de todos los mecanismos para conseguirlo. La acupuntura tiene capacidad para poder regular las mucosas y sus secreciones, tan importantes para evitar las infecciones respiratorias. La acupuntura es un regulador del sistema inmunológico y facilita la creación de anticuerpos. Con la acupuntura conseguimos que los procesos infecciosos que sufren la mayoría de niños se resuelvan sin necesidad de ingerir ningún tipo de sustancia.
Por tanto la acupuntura debería ser el primer eslabón para tratar las enfermedades infecciosas.